miércoles, 23 de septiembre de 2009

Éxodo2.5


Tantas mentes brillantes y su cabeza vacía le decía que no se distrajera, que no se despegara, que no se separara ni un momento del poste. Ya en cualquier momento ella arrivaría, con el mismo perfume y con la misma sonrirsa de: Hola, primera vez que te veo y, como no te conozco, pues me gustas.

Ya la conoces, no le gustaste. Así que despega la maldita lengua del poste y camina con las manos dentro del abrigo y las orejas tapadas del corta orejas Emiliano Graterol. Malvado asesor de ascensoristas en estado elevado de autosuperación.

Nada le importa. Nada le complace. Mil quinientas agujas erectas al sol y ni siquiera al vecino le queda la decencia de inclinarse a saludarlas.

Ya nada le complace ni a él ni al vecino.

Las agujas decepcionadas comienzan su retirada y él se queda con la lengua tiesa de sólo pensar que ya el invierno está por acabarse.

Tendrá que migrar a tierras más frías y llevarse a su vecino con él.