Y en el piso encontré dos gotas que eran mis lágrimas
duales. Tenía tantas ganas de llorar, como de cagarme de la risa, como de
degollarme hasta la médula, como de convertirme en semilla y germinar. Tal vez
algún orate me pueda satisfacer la superficie, pero en el fondo siempre seguiré
preocupada por ocuparme en mejorar esa versión de mi anti-héroe.
Cuando alguna
pantalla analógica marque las -1111, podrán recoger del suelo mis cansadas
vísceras. Espero que esta vez el viaje me lleve de regreso al paralelo superior
y que la luna llena esté sincronizada con el estómago de la torre y que mis
cabellos se pongan redondos y plateados como nubes que no son más que camuflajes de objetos voladores no identificados.
El rostro de la luna luce trasnochado y cansado; más que
mi superficie donde las lombrices no escatiman y todo lo devoran, según mi
comando. Han sido muchas las estrellas que la han contemplado, pretendido y traicionado.
A la luna. Seremos eternamente los injustos, pero más que nadie con nosotros
mismos. Por eso, cuando veo a personas con perros, prefiero ver a los perros y
si tengo que hablarle a alguno, me inclino por los canes.