martes, 25 de noviembre de 2008

Bitácora de un carnaval sin playa



Viernes, 4pm: desperté en una casa que no era la mia con una resaca terrible. Lo último que recuerdo de la noche anterior es el amanecer en el techo, la guitarra acústica y la botella de etiqueta negra que Marcel le robó al papá.

Me levanté del sofá en el que tan cómodamente había dormido. Tenía una sed maldita, la certeza de que era tardísimo y de que tenía que hacer miles de cosas. Tomé agua directo de la botella, busqué mi celular e hice un par de llamadas. Tenía ensayo en 15 minutos.

Obviamente llegué tarde, canté como una urraca y cuando llegué a mi casa sólo quería comer y domir. Eso hice.


Sábado, 10:17am: desperté en mi casa, en mi cama, contenta, de buen humor y con ganas de hacer ejercicio. Llamé a los panas y nos fuimos para la montaña de La Boyera. Yo me llevé a Sugar, mi pitbull. Ramón se llevó a Damper, su terrier y empezando a subir nos encontramos con Diana Patricia que andaba con una maracucha burda de pana y con Scomb, el hermano de Sugar.

Joshua caminaba mas rápido que el resto. Yo caminaba a un paso como para no cansarme tan pronto y, mientras tanto, pensaba que el día estaba bien bonito, que nuestros perros eran bien bonitos, que mis amigos eran bien bonitos y que, definitivamente, debía liberar endorfinas más a menudo.

5:23pm: vi a un tipo disfrazado de Spiderman caminando por la autopista.

6:10pm: llegamos a La Cigarra a probar sonido. Esa noche tocábamos por primera vez.

9:59pm: ya estaba medio curda, y a partir de ese momento ya la hora y el tiempo no me importaba un carajo. Todo pasó más bien demasiado rápido y cuando lo recuerdo lo veo como una película que va de atrás para adelante: Arturo tirado en el piso, Arturo grafitiándose las manos, la cabeza y la espalda. Arturo gritando: Papilooomaaaaaa. Arturo tomándose fondo blanco media de anís y un cuarto de ron. Arturo abrazando la botella de anis. Antonio y yo jugando frisbee en al jardín a las 4 de la mañana. Katherine jugando futbol un poco antes. Román sacando más alcohol de no sé donde. Todos ebrios llegando a casa de Román. Todos borrachos saliendo del toque. Confusión de palmaditas en la espalda. Los cinco en la tarima vueltos mierda y tocando reggae con caras de rockstars. ¡Qué desastre!

Domingo, 6:32pm: desperté en una casa que no era la mía con una resaca terrible. A mi izquierda estaba Diana Patricia, a mi derecha estaba la maracucha burda de pana y las tres estábamos en el cuarto y la cama de Román. Él dormía en un sofá por ahí y al escucharnos se despertó y entró al cuarto riendo. Tenía millones de motivos para hacerlo así que ni me molesté en preguntarle y simplemente reí también. Arturo seguía tirado por ahí en el piso con la cabeza, las manos y la espalda grafitiada y, al lado de él, otro par de personas que yo no conocía y creo no haber visto en toda la noche.

7:20pm: La maracucha nos invitó a comer a la pizzería de su papá: ¡¡¿¿Tu papá es dueño de una pizzería??!! Coño, pero qué depinga.

8:39pm: Nos comimos las mejores pizzas del mundo. La mía era de champiñones, jamón y extra de queso.

domingo, 23 de noviembre de 2008









Una tijera bajo mi almohada


Estábamos en la finca de Pichi. Todos en el mismo cuarto viendo Lords of Dogtown. Yo estaba en la cama donde había dormido Katherine; Katherine estaba en otra cama con Andrea y Pichi; Román yacía en la cama al lado mío. De repente, entró al cuarto un chico guapo que se acostó a mi lado y, en un intento por arreglarnos para estar más cómodos, sacó de debajo de mi almohada, que no era mía en realidad sino de Katherine, una tijera; grande, filosa y de mango negro ¡Mierda! ¿qué hace esta vaina aquí? ¡qué peligro! Yo me reí. En ese cuarto todos estaban tan locos que encontrar una tijera debajo de alguna almohada parecía hasta tener sentido. Y de hecho lo tenía. Resulta pues, que la noche anterior, después de los últimos shots de ron que le robamos a Ejías, capataz de la finca (y cuyo verdadero nombre es Hermenegildo); después de una pelea de almohadas con las luces apagadas y después de que decidí ir a mi cuarto a dormir, Román le dijo a Katherine: Si guardas esto bajo tu almohada, soñarás con tijeras. Y así fue. Katherine soñó que Pichi se cortaba su larga y hermosa cabellera. Soñó que, cual Sanzón contemporáneo, renunciaba a toda su fuerza y sexappeal cercenando su más preciada fuente de energía. Fue bastante gracioso que soñara eso y más gracioso aún fue ver a Pichi, recién levantado y todavía etílico, tocarse el cabello con ojos angustiosos mientras que Katherine nos echaba el cuento. El creía que el relato era real, pero al sentir sus rizos intactos en sus manos recobró la cordura; la misma que había perdido la noche anterior al encunetarse en la autopista nueva de Higuerote, que por cierto aún no está abierta al público. Si, todo eso fue bien divertido, y el episodio de la tijera, bastante extraño. Me pregunto si funcionará con cualquier objeto; tengo varias amigas y amigos que de saber esto seguro dormirían con un dildo bajo su almohada. Yo esta noche empezaré con lo de la tijera; me da curiosidad ver a Pichi sin pelo.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Tom Waits

Me gusta mi lengua con una pequeñita porción de veneno.