miércoles, 22 de agosto de 2012

Amor Dizkuz


Mis manos hablaban con el sol el lenguaje de los mudos. 
Las costras de las rodillas se despegaban a sí mismas para descubrir lo que se esconde más adentro. 
Yo me había quedado ciega desde hacía rato, pero tenía una pestaña larguísima que me salía desde el centro de la frente. Algo importante ocurriría en cualquier momento.
Mientras esperaba su llegada, masticaba unas hierbas recomendadas por un perro amigo de mi perro.
Me cayeron bastante bien. 

Me callaron con educación. Me cayeron a muela, me marearon y me quedé dormida.
Me desperté sonambuleando entre las sombras de todas las almas perdidas del Metro. La sensación me provocó una reacción alérgica crónica que acabó por desnaturalizarme y ahora soy  como un pedazo de uña que sigue creciendo aún después de que es arrancado del dedo.

Mis pupilas hablaban con el óxido de la puerta el lenguaje de los mal paridos.
Recibí como respuesta un gargajo metálico en el ojo siniestro. La mentira es más diestra - Pensé de inmediato y recordé un pasaje de una canción nocturna; te veía bailando sobre mi polen. 

Apreté los labios, tragué grueso y supo rico. 
Lo mejor de todo es tomar una cucharada de miel con limón cada mañana.

2 comentarios:

Unknown dijo...

ppff!!

Jorge Saim Hostos dijo...

Éste me lo vacilé qué jode. Un abrazo